La sombra de un árbol me despertaba cada mañana
a los cinco, a los trece cazaba grillos en el
jardín del edificio, A los veinte atravesé
una colina en llamas en búsqueda de Apolo,
me despedí de mi madre, bebí café frío,
y salí por el metro rostro negro
hasta toparme con las hojas verdes
del árbol que meció mis sueños.